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Votos perpetuos: una respuesta al amor infinito de Dios por nosotros

El 22 de diciembre de 2022, en la parroquia «Santa Maria Causa Nostrae Laetitiae», en Roma, hice mi profesión perpetua de votos en la Congregación de los Misioneros Siervos de los Pobres. Los votos de castidad, pobreza y obediencia se llaman también consejos evangélicos, precisamente porque son una conformación a Jesucristo, que eligió libremente este estilo de vida cuando estuvo entre nosotros. Se hizo casto, para volcar su amor exclusivamente a Dios en la humanidad; se hizo pobre, para mostrar al mundo la verdadera riqueza que sólo viene de Dios; se hizo obediente hasta la cruz, para mostrar que hacer la voluntad de Dios es lo más importante.

En los últimos días previos al momento de emitir públicamente los votos perpetuos, muchas personas me han preguntado: ¿estás preparado? ¿Te sientes plenamente preparado? Es una pregunta muy fuerte, porque no es fácil sentirse adecuadamente preparado para tomar, in perpetuum, los consejos evangélicos como un voto, es decir, como un pacto hecho directamente con Dios, o mejor dicho: ¿quién está verdadera y totalmente preparado para vivir los consejos evangélicos a imitación de Jesús? La respuesta más coherente es: ¡nadie!

Pero vivir los votos de castidad, pobreza y obediencia sólo es posible en el Señor. En otras palabras, el amor de Dios, infundido en cada uno de nosotros en la creación, renovado por el Espíritu en el Bautismo y fortalecido en la comunión eucarística, hace posible el reto de vivir en la vida religiosa una consagración plena en las manos del Señor. Todos estamos llamados a esta nueva vida en Cristo, cada uno en su propia vocación.

Aunque siempre hay una duda, una ansiedad antes de profesar los votos perpetuos, siempre he tenido la confianza de que ésta es verdaderamente mi vocación y el deseo de Dios en mi vida. Dios, que nos amó primero, es la fuente inagotable que nos permite decir sí cada día, elegir permanecer en el amor y la fidelidad a los votos libremente emitidos ante Dios, la Iglesia y el pueblo de Dios.

En esta vida no caminamos solos, aunque la responsabilidad es siempre personal, debemos recordar que dependemos unos de otros para llegar al Cielo. No me faltan ejemplos para discernir y comprender el camino correcto a seguir. El Padre Giacomo Cusmano, mi Fundador, un santo que supo dar una respuesta concreta a las necesidades de sus hermanos; el Padre Francesco Spoto, que no retrocedió en su voluntad de hacer la voluntad de Dios, ofreciendo incluso su propia vida. María Santísima, que era pobre y humilde, supo tener la confianza y la obediencia necesarias para cumplir la voluntad de Dios.

Consagrado al Señor para siempre, para toda mi vida, pido la gracia de ser siempre fiel a Aquel que me ha llamado, para responder con mi humanidad al amor sin límites que el Padre nos derrama constantemente, porque Dios no se retracta de sus promesas. Que así sea. Hermano

Leandro dos Santos Pereira S.d.P.

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