Unos días antes de Navidad, volvemos a alegrarnos de que Dios nos haya concedido la gracia de celebrar otra Navidad. Navidad en el año 2022.
El Verbo divino se hizo carne y nació en la humildad y sencillez de un establo. ¿Quién hubiera imaginado que así se produciría la venida del Hijo de Dios a la tierra? No. Nadie lo esperaba. Parece, hermanos míos, que a Dios le gusta “jugar” con nuestra lógica racional. Lo que es explicable, para Dios no tiene gracia. ¡Dios tiene sentido del humor!
Jesús, el Hijo amado del Padre, razonamos, podría haber venido al mundo, al menos, con un poco de pompa y esplendor, con más grandeza y poder y, sin embargo, sorpresa: nace entre los animales del campo, entre los pastores de Belén. Así lo entendieron los pobres y también nosotros, pobres como somos, lo entendemos. Sólo los pobres de espíritu captan la grandeza de la Navidad, la identifican con el recién nacido. Es uno de los nuestros. ¡Aleluya! Si había alguna duda al revelar su amor por la humanidad ahora ya no la hay. Todo ha sido mostrado y revelado.
Podría haber actuado de otro modo, pero si lo hubiera hecho, ya no habría mostrado su solidaridad con el dolor y la miseria humana, con todos los pobres de todos los tiempos y lugares. Hagamos nuestro el mensaje de la Navidad: esperanza, amor, alegría y paz.
¡FELIZ NAVIDAD!
P. Mauro Zandoná, SdP.
